Löydetty 62 Tulokset: terminó
El sacerdote Urías construyó un altar conforme al dibujo que el rey le había mandado de Damasco y lo terminó antes que éste regresara de allá. (2 Reyes 16, 11)
Mientras él le hablaba, Amasías lo interrumpió: «¿Acaso te hemos hecho consejero del rey? ¡Cállate!, no sea que yo dé la orden de matarte.» Entonces el profeta terminó con estas palabras: «Ya veo que Dios ha determinado destruirte, porque después de actuar así no quieres escuchar mis advertencias.» (2 Crónicas 25, 16)
Ellos nos dieron esta respuesta: Nosotros somos servidores del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reconstruyendo la Casa que fue construida hace muchos años. Un gran rey de Israel la construyó y la terminó. (Esdras 5, 11)
y los dirigentes de los judíos continuaron reconstruyendo con éxito, según lo dicho por el profeta Ageo, y Zacarías, hijo de Idó; y dieron término a la obra, según la orden del Dios de Israel y los decretos de Ciro y Darío. (Esdras 6, 14)
A continuación de él, Meremot, hijo de Urías, hijo de Acos, reparó otro sector, desde la puerta de la casa de Elyasib hasta el término de la misma. (Nehemías 3, 21)
Así terminó Tobit su canto de acción de gracias. (Tobías 14, 1)
Apenas terminó el consejo, Nabucodonosor llamó a Holofernes, jefe supremo del ejército, que le seguía en el mando, y le dijo: (Judit 2, 4)
Cuando Ajior terminó de hablar, el pueblo reunido en torno a la tienda comenzó a criticar. Los magnates de Holofernes y los habitantes de la costa de Moab hablaron de apalearlo. (Judit 5, 22)
Cuando terminó de decir estas palabras, un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer incienso sobre el altar que se había construido en Modín, según el decreto del rey. (1 Macabeos 2, 23)
Apenas terminó de hablar, asaltó de repente a los enemigos. Serón y su ejército fueron derrotados. (1 Macabeos 3, 23)
Fue una gran prueba en Israel, como nunca se había visto desde que terminó el tiempo de los profetas. (1 Macabeos 9, 27)
En cuanto ella terminó de hablar, el joven dijo: «¿Qué esperan? No obedezco las órdenes del rey sino los preceptos de la Ley dada a nuestros padres por Moisés. (2 Macabeos 7, 30)