Löydetty 997 Tulokset: sea
Vestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, lo ungirás y lo consagrarás para que sea mi sacerdote. (Exodo 40, 13)
los ungirás como ungiste a su padre, para que sean mis sacerdotes. Así por su unción serán sacerdotes míos para siempre, de generación en generación.» (Exodo 40, 15)
Cuando alguien ofrezca vacuno como sacrificio de comunión, ya sea macho o hembra, ofrecerá un animal sin defecto. (Levítico 3, 1)
Vale también para la persona que toca por inadvertencia cosas impuras, ya sea el cuerpo de una bestia impura, o de un animal impuro, o bien de algún reptil impuro, pero después se da cuenta y entonces se encuentra con un delito. (Levítico 5, 2)
El que haya tocado cualquier cosa impura, sea de hombre o de animal, o cualquier otra abominación impura, y a pesar de eso coma de la carne del sacrificio de comunión ofrecida a Yavé, será borrado de entre los suyos.» (Levítico 7, 21)
Cualquiera fuere el lugar donde vivan, no comerán sangre, bien sea de animal, o de ave. (Levítico 7, 26)
Con sus propias manos llevará lo sacrificado por el fuego para Yavé, o sea, la grasa junto con el pecho, y el pecho será mecido ante Yavé. (Levítico 7, 30)
Esta es la porción de Aarón y de sus hijos en los sacrificios por el fuego para Yavé, desde el día en que sean consagrados como sacerdotes de Yavé. (Levítico 7, 35)
Luego le puso el escapulario llamado Pectoral, en el que despositó el Urim y el Tumin (o sea, dados para consultar a Yavé). (Levítico 8, 8)
Ustedes quedarán día y noche a la entrada de la Tienda de las Citas durante siete días. Ustedes deberán observar estas normas no sea que mueran, pues él mismo lo ordenó así. (Levítico 8, 35)
Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: «No lleven la cabeza cubierta ni rasguen sus vestiduras en señal de duelo, no sea que mueran ustedes y el castigo se extienda a toda la comunidad. Más bien son sus hermanos, toda la gente de Israel, quienes harán duelo por el fuego de Yavé. (Levítico 10, 6)
«Ni tú ni tus hijos tomen vino ni bebida alcohólica cuando entren a la Tienda de las Citas, no sea que mueran. Esto será un decreto perpetuo para sus descendientes. (Levítico 10, 9)