Löydetty 81 Tulokset: quedarán
Entonces descenderán de sus tronos todos los príncipes, se quitarán su manto y dejarán su traje de fiesta. Se pondrán ropa de luto y se sentarán en el suelo. Se sentirán impactados por el estupor al pensar en ti y se quedarán temblando. (Ezequiel 26, 16)
Por eso, esto dice Yavé: Entregaré Egipto en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia: cautivará a su pueblo, lo saqueará y repartirá los despojos, con eso sus tropas quedarán recompensadas (Ezequiel 29, 19)
Numerosos pueblos quedarán espantados al ver tu suerte, sus reyes se pondrán a tiritar cuando haga pasar mi espada delante de ellos, cada uno temerá por su vida en el día de tu ruina. (Ezequiel 32, 10)
Convertiré a ese país en una ruina, echaré por tierra su fuerza y su orgullo, y las montañas quedarán abandonadas, sin habitantes. (Ezequiel 33, 28)
Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. (Ezequiel 36, 25)
No serán más contados entre los sacerdotes que se acercan a mí y tocan las cosas santas o santísimas; quedarán descalificados debido a los horrores cometidos. (Ezequiel 44, 13)
Los pantanos y lagunas, en cambio, serán insalubres; quedarán como salinas. (Ezequiel 47, 11)
Porque también por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey, sin jefe, sin sacrificios, sin piedras sagradas, sin consultas a Yavé y sin ídolos para proteger la casa. (Oseas 3, 4)
yo lanzaré fuego sobre las murallas de Tiro y todos sus palacios quedarán arrasados por las llamas. (Amós 1, 10)
Ese día sólo habrá en el palacio lamentos en vez de alegres cantos. Serán tantos los muertos, que quedarán tendidos en cualquier parte.» (Amós 8, 3)
El pueblo de Jacob será un fuego, el de José una llama, mientras la gente de Esaú será la paja; la quemarán y la devorarán y no quedarán restos de la raza de Esaú, porque Yavé lo ha dicho. (Abdías 1, 18)
Convertiré a Samaria un campo cubierto de escombros, que no sirve más que para viñas. Echaré a rodar sus piedras por el valle y así quedarán a la vista sus cimientos. (Miqueas 1, 6)