Löydetty 22 Tulokset: obedecen

  • Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Evangelio según San Mateo 8, 27)

  • El asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva, y ¡con qué autoridad! Miren cómo da órdenes a los espíritus malos ¡y le obedecen!» (Evangelio según San Marcos 1, 27)

  • Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Evangelio según San Marcos 4, 41)

  • Después les dijo: «¿Dónde está su fe?» Los discípulos se habían asustado, pero ahora estaban fuera de sí y se decían el uno al otro: «¿Quién es éste? Manda a los vientos y a las olas, y le obedecen.» (Evangelio según San Lucas 8, 25)

  • Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos, diciendo: «Señor, hasta los demonios nos obedecen al invocar tu nombre.» (Evangelio según San Lucas 10, 17)

  • Nosotros somos testigos de esto, y lo es también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen.» (Hecho de los Apóstoles 5, 32)

  • y calumnias. Desafían a Dios, son altaneros, orgullosos, farsantes, hábiles para lo malo y no obedecen a sus padres. (Carta a los Romanos 1, 30)

  • Si se entregan a alguien como esclavos, pasan a ser sus esclavos y obedecen sus órdenes, ¿no es así? Si ese dueño es el pecado, irán a la muerte, mientras que obedeciendo a la fe, alcanzarán una vida santa. (Carta a los Romanos 6, 16)

  • Entonces la llama ardiente castigará a los que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Jesús, nuestro Señor. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 8)

  • Y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen, (Carta a los Hebreos 5, 9)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina