Löydetty 337 Tulokset: monte Sión

  • Ajab avisó a todo el pueblo de Israel y reunió a todos los profetas de Baal en el monte Carmelo. (1 Reyes 18, 20)

  • Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cumbre del monte Carmelo, donde se postró con el rostro entre las rodillas. (1 Reyes 18, 42)

  • Entonces se le dijo: «Sal fuera y permanece en el monte esperando a Yavé, pues Yavé va a pasar.» Vino primero un huracán tan violento que hendía los cerros y quebraba las rocas delante de Yavé. Pero Yavé no estaba en el huracán. (1 Reyes 19, 11)

  • De allí Eliseo partió para el monte Carmelo, y regresó a Samaria. (2 Reyes 2, 25)

  • Llegó al monte Carmelo, donde el hombre de Dios. Eliseo la vio de lejos y dijo a su muchacho: «Ahí viene nuestra sunamita. (2 Reyes 4, 25)

  • Esta es la sentencia que Yavé pronuncia contra él: La virgen, hija de Sión, te desprecia y se burla de ti. Mueve la cabeza a tus espaldas la hija de Jerusalén. (2 Reyes 19, 21)

  • Porque saldrá un resto del pueblo de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión; el celo amoroso de Yavé de los Ejércitos lo hará. » (2 Reyes 19, 31)

  • El rey destruyó los santuarios que estaban en las lomas frente a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos. Salomón, rey de Israel, los había construido para Astarté, ídolo de los sidonios, para Camos, ídolo de Moab, y para Milcom, ídolo de los amonitas. (2 Reyes 23, 13)

  • Los filisteos pelearon contra Israel; huyeron los hombres de Israel ante los filisteos, y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (1 Crónicas 10, 1)

  • Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos,y encontraron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gelboé. (1 Crónicas 10, 8)

  • Los habitantes del país eran los jebuseos, y decían a David: «No entrarás aquí.» Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David. (1 Crónicas 11, 5)

  • Salomón alistó setenta mil hombres para transportar cargas, ochenta mil canteros en el monte y tres mil seiscientos capataces para ellos. (2 Crónicas 2, 1)


“O mais belo Credo é o que se pronuncia no escuro, no sacrifício, com esforço”. São Padre Pio de Pietrelcina