Löydetty 368 Tulokset: hijas de Sion
¡Quéjate, Jesbón, porque Ar ha sido destruida. Griten, hijas de Rabbá! ¡Vístanse con sacos, lloren, anden llenas de cortaduras en el cuerpo! Pues Melcom parte al destierro, junto con sus sacerdotes y príncipes. (Jeremías 49, 3)
Preguntarán por el camino hacia Sión, y mirando a ella, dirán: «Vengan, unámonos a Yavé con pacto eterno e inolvidable.» (Jeremías 50, 5)
¡Escuchen! Son los fugitivos y los que escaparon del país de Babilonia que vienen a contar en Sión la venganza de Yavé nuestro Dios. (Jeremías 50, 28)
Yavé ha hecho brillar nuestros derechos. Vengan y contemos en Sión las obras de Yavé, nuestro Dios. (Jeremías 51, 10)
Pero le devolveré a Babel y a todos los caldeos en presencia de ustedes, dice Yavé, todo el mal que hicieron a Sión. Ya vengo a ti, cerro destructor, que arruinabas la faz de la tierra. (Jeremías 51, 24)
El pueblo de Sión dice: «Me comió y me chupó el rey de Babilonia; me dejó como un plato vacío, me tragó igual que un dragón, se llenó su estómago con mis mejores presas. (Jeremías 51, 34)
Los caminos de Sión están de luto, pues nadie va a sus fiestas. Todas sus puertas están destruidas, gimen sus sacerdotes, sus doncellas están llenas de tristeza, ¡Jerusalén está llena de amargura! (Lamentaciones 1, 4)
Ha perdido la Hija de Sión toda su gloria, sus jefes parecían carneros que no encuentran pasto, iban caminando sin fuerzas delante del que los arreaba. (Lamentaciones 1, 6)
Sión tiende sus manos, y no hay quien la consuele. Yavé mandó contra Jacob adversarios de todas partes; Jerusalén se ha hecho ejemplo de horror para ellos. (Lamentaciones 1, 17)
Ay, ¡cómo ha oscurecido, en su cólera, el Señor a la Hija de Sión! Ha derribado del cielo a la tierra la gloria de Israel; en su enojo no se acordó de su Templo, en que descansaron sus pies. (Lamentaciones 2, 1)
Como un enemigo, ha preparado su arco, ha afirmado su derecha, como un adversario ha matado todo lo que encanta los ojos; en la casa de la Hija de Sión ha vertido su furor como fuego. (Lamentaciones 2, 4)
Ha forzado sus murallas como un huerto, ha destruido su lugar de reunión. Yavé ha hecho olvidar en Sión solemnidades y sábados; en el ardor de su cólera ha desechado al rey y al sacerdote. (Lamentaciones 2, 6)