Löydetty 49 Tulokset: hablando
Abrahán continuó todavía: «No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos.» Yavé contestó: «No lo haré si encuentro allí treinta justos.» (Génesis 18, 30)
Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora. (Génesis 29, 9)
Ahora ustedes ven, y su hermano Benjamín lo ve, que soy yo quien les está hablando. (Génesis 45, 12)
Esos hombres a los que Moisés había enviado para que exploraran la tierra y que, a su regreso, habían alzado a toda la comunidad en contra de él hablando mal del país, esos hombres que habían criticado a ese país con un mal espíritu, murieron de un golpe en presencia de Yavé. (Números 14, 36)
¿Ha quedado con vida algún pueblo después de haber oído como tú a Dios vivo hablando en medio del fuego? (Deuteronomio 4, 33)
Y dijeron: Yavé, Dios nuestro, acaba de mostrarnos su gloria y su grandeza y hemos oído su voz en medio del fuego. Hoy hemos visto a Dios hablando al hombre sin que éste muriera; (Deuteronomio 5, 24)
¿Qué hombre quedará con vida después de escuchar la voz de Dios vivo hablando de en medio del fuego, como lo hace ahora con nosotros? (Deuteronomio 5, 26)
Después de esto, Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé valiente y firme, tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yavé, hablando a sus padres, juró darles; y sortearás la parte que le corresponderá a cada uno. (Deuteronomio 31, 7)
Estaba hablando todavía con ellos, cuando llegó el rey. Este dijo: «Todo este mal viene de Yavé. ¿Cómo he de confiar todavía en él?» (2 Reyes 6, 33)
El rey estaba hablando con Guejazí, el muchacho del hombre de Dios, y le decía: «Cuéntame todas las cosas maravillosas que ha hecho Eliseo.» (2 Reyes 8, 4)
Entonces el general se puso de pie y hablando en alta voz pronunció en judío estas palabras: (2 Reyes 18, 28)
Escribió además cartas para insultar a Yavé, Dios de Israel, hablando contra él de este modo: «Así como los dioses de las naciones de otros países no las han salvado de mi mano, así tampoco el Dios de Ezequías salvará a su pueblo de mi mano.» (2 Crónicas 32, 17)