Löydetty 283 Tulokset: falsos profetas
sabiendo que se apoyan en ídolos sin vida, ¿cómo tendrían miedo de que sus falsos juramentos sean castigados? (Sabiduría 14, 29)
Pero con toda justicia serán castigados por dos motivos: primero porque desconocieron a Dios al irse con los ídolos, segundo porque cometieron un fraude, al hacer falsos juramentos menospreciando lo que es sagrado. (Sabiduría 14, 30)
Dales su recompensa a los que en ti esperaron, y demuestra que tus profetas decían la verdad. (Sirácides (Eclesiástico) 36, 15)
Unos fueron soberanos en su reino, hombres famosos por su energía; otros sobresalieron por sus sabias decisiones, hablaron como profetas. (Sirácides (Eclesiástico) 44, 3)
Luego vinieron los Jueces: cada uno de ellos tiene su propia fama. Su corazón no se vendió a los falsos dioses, y no se apartaron del Señor. ¡Que sean benditos para siempre! (Sirácides (Eclesiástico) 46, 11)
Consagraste a reyes para que hicieran justicia, y a profetas para que continuaran tu misión. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 8)
En cuanto a los doce Profetas, que sus huesos reflorezcan donde cayeron. Porque consolaron a Jacob, lo salvaron reavivando sus esperanzas. (Sirácides (Eclesiástico) 49, 10)
También éstos se tambalean bajo los efectos del vino, sacerdotes y profetas andan dando tumbos por haber tomado tanto. El vino los hace titubear y los licores fuertes les hacen perder los sentidos: divagan en sus visiones y tartamudean al dar sus sentencias. (Isaías 28, 7)
Es un espíritu que adormece, el que Yavé les ha enviado; les ha cerrado los ojos a ustedes los profetas, y a ustedes los videntes, les ha vendado los ojos. (Isaías 29, 10)
Han dicho a los videntes: «No tengan más visiones», y a los profetas: «No nos comuniquen la verdad, más bien, cuéntennos cosas interesantes de mundos maravillosos. (Isaías 30, 10)
Los sacerdotes ya no se preguntan: ¿Dónde está Yavé? ¡Los dueños de mi enseñanza no me conocen! Los pastores de mi pueblo se rebelaron contra mí, y los profetas consultaron a dioses inútiles, dando respuestas en nombre de Baal. (Jeremías 2, 8)
Así como se avergüenza un ladrón cuando lo pillan, así se avergonzarán los hombres de Israel, ellos, sus reyes y sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas, (Jeremías 2, 26)