Löydetty 463 Tulokset: estaban

  • Mandó después a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran a su padre y ellos lo embalsamaron. (Génesis 50, 2)

  • Al día siguiente salió de nuevo, y esta vez dos hebreos estaban peleando. Moisés dijo al culpable: «¿Por qué le pegas a tu compañero?» (Exodo 2, 13)

  • Así habló Moisés a los hijos de Israel, pero no le hicieron caso, porque estaban desanimados y agobiados por sus duras labores. (Exodo 6, 9)

  • Al aproximarse Faraón, los israelitas pudieron ver que los egipios los estaban persiguiendo. Sintieron mucho miedo y clamaron a Yavé; (Exodo 14, 10)

  • Al bajar de vuelta del cerro, Moisés traía las dos tablas de las Declaraciones divinas en que las leyes estaban escritas y grabadas por ambos lados. (Exodo 32, 15)

  • Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en las manos las dos tablas de las Declaraciones divinas donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Yavé. (Exodo 34, 29)

  • el cual colgó ante cuatro columnas de madera de acacia, que estaban también cubiertas de oro, y tenían ganchos de oro, estando puestas sobre basas de plata. (Exodo 36, 36)

  • Las pasaron por los anillos que estaban a los lados del Arca y sirvieron para llevarla. (Exodo 37, 5)

  • Los dos querubines tenían las alas extendidas y cubrían con sus alas el Lugar del Perdón. Estaban uno frente al otro y sus caras miraban al Lugar del Perdón. (Exodo 37, 9)

  • Los anillos estaban debajo de la cornisa para meter las varas por ellos a fin de que pudiera transportarse la mesa. (Exodo 37, 14)

  • y las pasó por los anillos: estaban a los dos lados del altar para transportarlo. Hizo el altar hueco, de paneles. (Exodo 38, 7)

  • Las basas de las columnas eran de bronce. Los ganchos y las varillas eran de plata; los capiteles estaban cubiertos de plata. (Exodo 38, 17)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina