Löydetty 130 Tulokset: entrar

  • pero los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. (Evangelio según San Lucas 20, 35)

  • y al entrar no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. (Evangelio según San Lucas 24, 3)

  • ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» (Evangelio según San Lucas 24, 26)

  • Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. (Evangelio según San Juan 3, 5)

  • Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como este otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, pudo entrar con Jesús en el patio de la casa del sumo sacerdote, (Evangelio según San Juan 18, 15)

  • mientras que Pedro se quedó fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, y habló con la portera, que dejó entrar a Pedro. (Evangelio según San Juan 18, 16)

  • Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» (Evangelio según San Juan 18, 33)

  • Volvió a entrar en el palacio y preguntó a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le contestó palabra. (Evangelio según San Juan 19, 9)

  • Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el hombre les pidió una limosna. (Hecho de los Apóstoles 3, 3)

  • y mandaron entrar de nuevo a los apóstoles. Los hicieron azotar y les ordenaron severamente que no volviesen a hablar de Jesús Salvador. Después los dejaron ir. (Hecho de los Apóstoles 5, 40)

  • Cuando Pedro estaba para entrar, Cornelio le salió al encuentro, se arrodilló y se inclinó ante él. (Hecho de los Apóstoles 10, 25)

  • les dijo: «Ustedes saben que no está permitido a un judío juntarse con ningún extranjero ni entrar en su casa. Pero a mí me ha manifestado Dios que no hay que llamar profano a ningún hombre ni considerarlo impuro. (Hecho de los Apóstoles 10, 28)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina