Löydetty 600 Tulokset: crimen de muerte
Aunque no encontraron en él ningún motivo para condenarlo a muerte, pidieron a Pilato que fuera ejecutado. (Hecho de los Apóstoles 13, 28)
Dios lo resucitó de entre los muertos, y no volverá a conocer muerte ni corrupción. Pues así lo dijo: Les daré las cosas santas, las realidades verdaderas que reservaba para David. (Hecho de los Apóstoles 13, 34)
Pablo iba a contestar, cuando Galión dijo a los judíos: «Judíos, si se tratara de una injusticia o de algún crimen, sería correcto que yo los escuchara. (Hecho de los Apóstoles 18, 14)
Así que perseguí a muerte a este camino e hice encadenar y meter en la cárcel a hombres y mujeres; (Hecho de los Apóstoles 22, 4)
Y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo me encontraba allí; estaba de acuerdo con ellos e incluso guardaba las ropas de los que le daban muerte.» (Hecho de los Apóstoles 22, 20)
Al amanecer se reunieron algunos judíos y se comprometieron con juramento a no comer ni beber hasta dar muerte a Pablo. (Hecho de los Apóstoles 23, 12)
Se presentaron, pues, a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos y les dijeron: «Nos hemos comprometido bajo juramento a no probar comida alguna hasta que no hayamos dado muerte a Pablo. (Hecho de los Apóstoles 23, 14)
Pero no les creas, porque hay más de cuarenta hombres de ellos listos para tenderle una trampa. Se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que no le hayan dado muerte. Ya están preparados esperando tu decisión.» (Hecho de los Apóstoles 23, 21)
y descubrí que lo acusaban por cuestiones de su Ley, pero que no había ningún cargo que mereciera la muerte o la prisión. (Hecho de los Apóstoles 23, 29)
Que los aquí presentes digan qué crimen hallaron en mí cuando comparecí ante el Sanedrín, (Hecho de los Apóstoles 24, 20)
Si he cometido algún delito que merezca la muerte, acepto morir. Pero si no he hecho nada de lo que me acusan, nadie tiene derecho a entregarme a ellos. Apelo al César.» (Hecho de los Apóstoles 25, 11)
Yo, por mi parte, me convencí de que no había hecho nada digno de muerte, y como él mismo apelaba al emperador, decidí enviárselo. (Hecho de los Apóstoles 25, 25)