Löydetty 832 Tulokset: ahora
Pues bien, ahora rechacen todo eso: enojo, arrebatos, malas intenciones, ofensas, y todas las palabras malas que se pueden decir. (Carta a los Colosenses 3, 8)
Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos portamos como santos, como hombres buenos y correctos respecto de todos ustedes que ahora creen. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 10)
para que nadie se dejara conmover por las pruebas que ahora soportan. Saben que ése es nuestro destino. (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 3)
Mas ahora Timoteo acaba de volver y nos trae buenas noticias de su fe y su caridad. Nos dice que conservan siempre buen recuerdo de nosotros y que tienen tantas ganas de vernos como nosotros a ustedes. (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 6)
¿No creemos que Jesús murió y que resucitó? De la misma manera, pues, Dios hará que Jesús se lleve con él a los que ahora descansan. (1º Carta a los Tesalonicenses 4, 14)
Les damos esto como palabra del Señor: nosotros, los que ahora vivimos, si todavía estamos con vida cuando venga el Señor, no tendremos ventaja sobre los que ya han muerto. (1º Carta a los Tesalonicenses 4, 15)
Estas han de ser para ustedes una muestra del justo juicio de Dios, pues deben mostrarse dignos de ese Reino de Dios por el cual ahora padecen. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 5)
Ustedes saben qué es lo que ahora lo detiene, para que sólo se manifieste a su debido tiempo. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 6)
Pero ahora hemos oído que hay entre ustedes algunos que viven sin control ni regla y no hacen nada, muy ocupados en meterse en todo. (2º Carta a los Tesalonicenses 3, 11)
Ahora te doy una orden en presencia del Dios que da vida al universo entero, y de Cristo Jesús, que dio su magnífico testimonio ante Poncio Pilato: (1º Carta a Timoteo 6, 13)
acaba de manifestarse ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad. (2º Carta a Timoteo 1, 10)
y por el que ahora padezco esta nueva prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi confianza y estoy convencido de que tiene poder para guardarme hasta aquel día lo que deposité en sus manos. (2º Carta a Timoteo 1, 12)