Löydetty 25 Tulokset: Reconozcan

  • ¡Haz que te reconozcan como nosotros te reconocimos: porque no hay otro Dios sino tú, Señor! (Sirácides (Eclesiástico) 36, 4)

  • ¡Y que todos en la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno! (Sirácides (Eclesiástico) 36, 17)

  • Reconozcan a Yavé, su Dios, antes que llegue la noche y sus pies tropiecen en las oscuras montañas. Ustedes esperaban la luz, pero él la cambia en sombra de muerte y, luego, en total oscuridad. (Jeremías 13, 16)

  • Esta es para ustedes la prueba de que los voy a castigar en este lugar, dice Yavé, para que así reconozcan que mis palabras llenas de amenazas contra ustedes se cumplirán. (Jeremías 44, 29)

  • Dirán: Que todos reconozcan la justicia del Señor, nuestro Dios. En cambio, a nosotros nos corresponde la vergüenza y también a los habitantes de Judá y de Jerusalén, (Baruc 1, 15)

  • Que todos reconozcan la justicia del Señor, pero nosotros hoy y nuestros padres no merecemos sino vergüenza. Todas estas calamidades que nos han sobrevenido, (Baruc 2, 6)

  • Volveré a mi casa hasta que se reconozcan culpables y vengan a verme. En su angustia me buscarán: (Oseas 5, 15)

  • Pero si las hago, si no me creen a mí, crean a esas obras, para que sepan y reconozcan que el Padre está en mí y yo en el Padre.» (Evangelio según San Juan 10, 38)

  • Aunque otros no me reconozcan como apóstol, para ustedes lo soy, y ustedes son en el Señor la prueba de que hago obra de apóstol. (1º Carta a los Corintios 9, 2)

  • Espero que reconozcan que nosotros no estamos reprobados. (2º Carta a los Corintios 13, 6)

  • Reconozcan su miseria, laméntenla y lloren. Lo que les conviene es llanto y no risa, tristeza y no alegría. (Carta de Santiago 4, 9)

  • Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante: (Carta de Santiago 5, 16)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina