Löydetty 868 Tulokset: José y sus hermanos
Su padre, que también lo escuchaba, lo reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos tendremos que inclinarnos ante ti?» (Génesis 37, 10)
Sus hermanos se pusieron envidiosos con él, mientras que su padre conservaba esto en la memoria. (Génesis 37, 11)
Sus hermanos habían ido a apacentar el rebaño de su padre a Siquem, (Génesis 37, 12)
e Israel dijo a José: «Tus hermanos están cuidando las ovejas en los pastos de Siquem; ven, que quiero mandarte donde ellos.» Contestó José: «Aquí estoy». (Génesis 37, 13)
Su padre le dijo: «Anda a ver como estáa el rebaño y cómo se encuentran tus hermanos, y ven después a contármelo.» Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem. (Génesis 37, 14)
Le respondió: «Estoy buscando a mis hermanos. Dime, por favor, dónde están con sus rebaños.» (Génesis 37, 16)
El hombre le contestó: «Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vámonos a Dotán. » Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. (Génesis 37, 17)
Fue así que cuando José llegó junto a ellos, le sacaron la túnica con mangas que llevaba puesta, (Génesis 37, 23)
Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y tapar su sangre? (Génesis 37, 26)
Mejor vendámoslo a esos ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él, pues es nuestro hermano y carne nuestra.» Sus hermanos le hicieron caso, (Génesis 37, 27)
y al pasar unos madianitas, que eran mercaderes, sacaron a José del pozo. Lo vendieron a los madianitas por veinte monedas de plata, y éstos llevaron a José a Egipto. (Génesis 37, 28)
Al regresar Rubén al pozo, ya no encontró a José. Rasgó sus vestidos (Génesis 37, 29)