Löydetty 75 Tulokset: Dueño

  • por haber yo comido sus frutos sin pagarlos o porque hice exhalar el alma a su dueño, (Job 31, 39)

  • Como los ojos de los siervos se fijan en la mano de su dueño, como miran los ojos de una esclava la mano de su dueña, así miran nuestros ojos al Señor, ¿nuestro Dios, cuándo tendrá piedad de nosotros? (Salmos 123, 2)

  • Luego partió de prisa y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño de la ciudad, y tuvo que luchar contra él y tomar la ciudad por la fuerza. (1 Macabeos 6, 63)

  • Ahora ocupo el trono de mis padres, siendo dueño de todo el país. Seamos amigos. (1 Macabeos 10, 53)

  • Después de reunirse en privado con los Ancianos, acordó partir con los suyos a buscar una decisión por las armas, Dios mediante, antes de que el ejército del rey invadiera Judea y se hiciera dueño de Jerusalén. (2 Macabeos 13, 13)

  • que se había hecho dueño del reino y había dado muerte a Antíoco y a su tutor Lisias. (2 Macabeos 14, 2)

  • Si se acrecienta la riqueza, se multiplican también los que se la comen: ¿y qué saca su dueño con tenerla? Sólo el gusto de verla. (Eclesiastés (Qohelet) 5, 10)

  • Ningún hombre es dueño del soplo de vida, nadie puede disponer del día de su muerte. Es un combate sin piedad y no hay maldad que nos pueda salvar. (Eclesiastés (Qohelet) 8, 8)

  • El hecho de que esté cerca de Dios hace resaltar su noble origen: el Dueño de todas las cosas la amó. (Sabiduría 8, 3)

  • Tu fuerza es el fundamento de tu justicia; como eres el dueño de todas las cosas, puedes también perdonarlas. (Sabiduría 12, 16)

  • si fueron capaces de escudriñar el universo, ¿cómo no descubrieron en primer lugar al que es su Dueño? (Sabiduría 13, 9)

  • El que cumple la Ley es dueño de sus pensamientos, el temor del Señor lo llevará a la sabiduría. (Sirácides (Eclesiástico) 21, 11)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina