Löydetty 4547 Tulokset: David como rey

  • Entonces uno de los ancianos me dijo: «No llores más; acaba de triunfar el león de la tribu de Judá, el brote de David; él abrirá el libro y sus siete sellos.» (Apocalipsis 5, 5)

  • Como estaba mirando, el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro Seres Vivientes que gritaba como con voz de trueno: «Ven.» (Apocalipsis 6, 1)

  • Apareció un caballo blanco, el que lo montaba tenía un arco. Le dieron una corona, y partió como vencedor y para vencer. (Apocalipsis 6, 2)

  • Entonces se les dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperaran todavía un poco, hasta que se completara el número de sus hermanos y compañeros de servicio, que iban a ser muertos como ellos. (Apocalipsis 6, 11)

  • Y mi visión continuó. Cuando el Cordero abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto; el sol se puso negro como vestido de luto, la luna entera se tiñó como de sangre, (Apocalipsis 6, 12)

  • y las estrellas del cielo cayeron a la tierra como una higuera deja caer sus higos verdes al ser agitada por el huracán. (Apocalipsis 6, 13)

  • El cielo se replegó como un pergamino que se enrolla y no quedó cordillera o continente que no fueran arrancados de su lugar. (Apocalipsis 6, 14)

  • Los reyes de la tierra, los ministros, los generales, los ricos, los poderosos y toda la gente, tanto esclavos como hombres libres, se escondieron en las cavernas y entre las rocas de los cerros, (Apocalipsis 6, 15)

  • Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se produjo en el Cielo un silencio como de media hora. (Apocalipsis 8, 1)

  • Tocó el segundo ángel su trompeta, y algo así como un inmenso cerro fue echado al mar: la tercera parte del mar se convirtió en sangre, (Apocalipsis 8, 8)

  • Abrió, pues, el pozo del abismo, y del pozo subió una humareda como la de un horno inmenso que oscureció el sol y el aire. (Apocalipsis 9, 2)

  • Estas langostas se parecen a caballos aparejados para la guerra. Pareciera que tienen en la cabeza coronas de oro y rostros como de seres humanos; (Apocalipsis 9, 7)


“Jesus e a sua alma devem cultivar a vinha de comum acordo.” São Padre Pio de Pietrelcina