10. Un río de fuego salía y corría delante de él. Miles y miles lo servían, y una muchedumbre que no se podía contar estaba de pie en su presencia LLos del tribunal se sentaron y abrieron los libros.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina