Biblia Católica
 

Juan, 8

47. El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.»

Versos relacionados con Juan, 8:

En Juan 8, Jesús está en Jerusalén y confronta a los líderes religiosos que le traen una mujer acusada de adulterio. Jesús luego discute con los fariseos sobre quién tiene derecho a las mujeres apedreadas y hace varias enseñanzas sobre su naturaleza divina y su pecado humano. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Juan 8:

Romanos 3:23: "Porque todos han pecado y descarido son de la gloria de Dios" Este versículo destaca la naturaleza universal del pecado humano y cómo todos están separados de la perfección de Dios.

Juan 3:17: "Porque Dios envió a su Hijo al mundo, no para condenar al mundo, sino que el mundo puede ser salvado por él". Este versículo muestra que la misión de Jesús en la tierra era traer salvación, no condenación.

Juan 14:6: "Jesús le respondió, yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". Este versículo enfatiza la divinidad de Jesús y su posición como la única forma de salvación.

Romanos 8:1: "Por lo tanto, ahora ninguna condena es para aquellos que están en Cristo Jesús". Este versículo muestra que aquellos que se rinden a Cristo son liberados de la condena del pecado.

1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y solo para perdonarnos nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia". Este versículo destaca la importancia de la confesión y el arrepentimiento para lograr el perdón divino.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina