Biblia Católica
 

I Samuel, 19

24. También él se quitó sus vestidos y se puso en trance profético ante Samuel, y quedó desnudo en tierra todo aquel día y toda aquella noche, por lo que se suele decir: «¿Conque también Saúl entre los profetas?»

Versos relacionados con I Samuel, 19:

1 Samuel 19 cuenta la historia de cómo el rey Saúl comienza a perseguir a David, quien se convirtió en su rival y amenaza para el trono. El capítulo aborda temas como envidia, traición, persecución, protección divina y fidelidad.

Salmo 37:1-2: "No te indignes por los malhechores, ni envidias a los que practican la iniquidad. Porque pronto serán cosechados como la hierba y se marchitan como el vegetal". Este versículo destaca la inutilidad de la envidia y el odio contra los demás, que es lo que motiva a Saúl a perseguir a David. El salmista insta a confiar en Dios, quien traerá justicia a quienes practican el mal.

Proverbios 17:17: "En todo momento amo al amigo y en la angustia se hace el hermano". Este versículo habla sobre la importancia de la amistad y la fidelidad, valores que David demuestra al proteger a Jonathan, hijo de Saúl, incluso cuando su propio suegro intenta matarlo.

Salmo 34:19: "Hay muchas aflicciones de los justos, pero el Señor lo entrega de todo". Este versículo enfatiza la protección divina para aquellos que buscan justicia y justicia, que David experimenta cuando escapa de los diversos intentos de asesinar a Saul.

Proverbios 26:24-25: "Lo que odia se disfraza con tus labios, pero dentro de él cubre el engaño. Cuando te rogas con una voz suave, no lo haces en él, por siete abominaciones hay en tu corazón". Este versículo habla de falsedad y traición, comportamientos que Saul demuestra fingir perdonar a David, pero de hecho continúa persiguiéndolo.

Salmo 27:1: "El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? ¿Es el Señor la fortaleza de mi vida, de quién me temeré?" Este versículo destaca la importancia de la confianza en Dios, que es lo que David demuestra enfrentar la persecución de Saúl con coraje y fe.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina