Eclesiástico, 8
2. No discutas con hombre rico, no sea que te venza con su peso. Porque a muchos perdió el oro, hasta los corazones de los reyes descarrió.
2. No discutas con hombre rico, no sea que te venza con su peso. Porque a muchos perdió el oro, hasta los corazones de los reyes descarrió.
Eclesiástico 8 contiene una serie de consejos sobre cómo actuar sobre situaciones delicadas, especialmente con respecto a la justicia y la prudencia. El capítulo enfatiza la importancia de no involucrarse en conflictos innecesarios y evitar asociarse con personas que pueden corromper nuestro comportamiento. Los siguientes son cinco versos relacionados con estos temas:
Proverbios 14:16: "El sabio miedos y evita el mal, pero el tonto es ardiente y descuidado". Este versículo habla sobre la importancia de tener precaución y evitar el mal, que es un tema importante en Eclesiástico 8.
Proverbios 22:24-25: "No te asocien con la gente de Iracunda, no camine con quien vives gritando. Porque puedes aprender sus malas costumbres, por lo que tu alma será destruida". Este versículo advierte contra asociarse con personas que tienen mal temperamento o que pueden llevarlo a comportamientos destructivos, que es un tema presente en Eclesiástico 8.
Proverbios 26:17: "El que se involucra en una pelea de los demás es como alguien que agarra a un perro por los oídos". Este versículo ilustra la imprudencia de involucrarse en conflictos innecesarios, otro tema presente en Eclesiástico 8.
Proverbios 29:8: "Los simulacros causan agitación en la ciudad, pero los sabios calman la ira". Este versículo habla sobre la importancia de mantener la calma y evitar conflictos, especialmente en situaciones de tensión, un tema importante en Eclesiástico 8.
Eclesiastés 7:9: "No te apures por enojarte, porque la ira se aloja en el corazón de los tontos". Este versículo habla sobre la importancia de controlar la ira, que es un tema presente en Eclesiástico 8, donde se enfatiza la prudencia como un valor importante en la toma de decisiones.
“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina
