Jeremías, 36
24. Pero ni el rey ni sus servidores temblaron al oír todas estas palabras, ni se rasgaron las vestiduras.
24. Pero ni el rey ni sus servidores temblaron al oír todas estas palabras, ni se rasgaron las vestiduras.
“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina