I Pedro, 4
12. Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario.
12. Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario.
El Capítulo 4 de la primera epístola de San Pedro trata la importancia de la santidad en la vida cristiana y las consecuencias de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Peter también enfatiza la importancia de amarse, servir a los demás y permanecer firme en la fe frente a las pruebas y sufrimientos. A continuación, presento cinco versos relacionados con los temas abordados en este capítulo:
Romanos 12:9: "El amor sea sin hipocresía. Hat malvado, aferrándose al bien". Este versículo habla sobre la importancia de sincero, sin pretensión, que debería guiar las relaciones entre los cristianos, como Pedro también enfatiza en el Capítulo 4.
2 Corintios 5:15: "Y murió por todos, que aquellos que viven ya no vivirán para sí mismos, sino para quien murió por ellos y levantó". Este pasaje habla sobre la importancia de vivir para Dios y no para sí mismo, como Pedro también enfatiza en el Capítulo 4.
Efesios 6:10-11: "Además, fortalece en el Señor y en la fuerza de tu poder. Cubres toda la armadura de Dios para que puedas ser firme contra las trampas del diablo". Estos versículos hablan sobre la importancia de permanecer firme en la fe, como Peter también enfatiza en el Capítulo 4.
1 Juan 3:18: "Niños pequeños, no amemos la palabra o el idioma, sino por el trabajo y en la verdad". Este pasaje refuerza la importancia del amor sincero y las acciones que demuestran este amor, como Peter también destaca en el Capítulo 4.
2 Timoteo 2:22: "También escapa de las pasiones de la juventud y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con aquellos que, con un corazón puro, invocan al Señor". Este versículo habla sobre la importancia de seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, como Peter también destaca en el Capítulo 4.
“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina
