Biblia Católica
 

Levítico, 6

18. «Dile a Aarón y a sus hijos: Esta es la ley de la víctima ofrecida por el pecado. Será sacrificada ante Yavé en el mismo lugar donde se ofrece el sa crificio del holocausto. Es una cosa muy sagrada.

Versos relacionados con Levítico, 6:

Levítico 6 presenta instrucciones específicas para el sacerdocio sobre la ofrenda de sacrificios, el uso del altar y la manipulación de las cenizas. Los siguientes versos están relacionados con estos temas:

Levítico 6:9: "Da orden a Aaron y a sus hijos, diciendo: Esta es la Ley del Holocausto; es el Holocausto quemado en quemado durante toda la noche hasta la mañana, y el altar se arderá en ella". Este versículo es una continuación de las instrucciones para ofrecer el Holocausto e indica que debe quemarse continuamente en el altar, manteniendo el fuego encendido.

Levítico 6:13: "El fuego quemará continuamente en el altar; no se apagará". Este versículo enfatiza la importancia del fuego que nunca borra en el altar.

Levítico 6:25: "Habla con Aaron y sus hijos, diciendo: Esta es la ley del sacrificio por el pecado: donde el Holocausto jurará, el sacrificio por el pecado será Degolar ante el Señor; es algo muy santa". Aquí se presentan instrucciones para la ofrenda del sacrificio por el pecado, que debe hacerse en el mismo lugar que el Holocausto ante el Señor.

Levítico 6:26: "El sacerdote que lo ofrece por pecado lo comerá; en un lugar sagrado se comerá en el atrio de la tienda de la congregación". Este versículo describe que el sacerdote que ofrece el sacrificio por el pecado es el que debe comerlo en un lugar sagrado.

Levítico 6:30: "Pero ningún sacrificio cuya sangre se lleva a la tienda de la congregación para comer en el santuario; se quemará en el fuego". Este versículo indica que ciertos sacrificios, cuya sangre se lleva al santuario para hacer expiación, no deben comerse sino quemarse en el fuego.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina