Biblia Católica
 

Levítico, 18

3. No hagan lo que se hace en la tierra de Egipto, donde ustedes han vivido, ni hagan lo que se hace en la tierra de Canaán, hacia donde los llevo. Ustedes no seguirán sus tradiciones.

Versos relacionados con Levítico, 18:

Levítico 18 trata sobre las prohibiciones sexuales en la ley de Dios para el pueblo de Israel. Los versos seleccionados a continuación tratan con diferentes aspectos de las relaciones sexuales prohibidas y sus consecuencias:

Deuteronomio 27:20: "Maldita sea que se acueste con la esposa de su padre, porque él profesó la cama de su padre". Este versículo condena las relaciones sexuales con la esposa del padre, una de las prohibiciones mencionadas en Levítico 18:8.

Proverbios 6:32: "El que comete adulterio no tiene juicio; se destruye a sí mismo". Este verso advierte sobre la gravedad del adulterio, un pecado sexual prohibido en Levítico 18:20.

1 Corintios 6:9: "¿No sabes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No te equivoques: ni inmundos ni adúlteros, ni efectivos ni homosexuales". Este versículo menciona algunos de los pecados sexuales prohibidos en Levítico 18 y refuerza la importancia de obedecer la ley de Dios para heredar el reino de Dios.

II Samuel 13:14: "Pero no quería escuchar y, siendo más fuerte, violado y lo poseía". Este versículo describe la violación de Tamar de Amnon, un pecado sexual prohibido en Levítico 18:25.

Romanos 1:26-27: "Debido a esto, Dios los entregó a pasiones infames; porque incluso las mujeres han cambiado la forma natural de sus relaciones íntimas por otra, contrariamente a la naturaleza, de manera similar, los hombres, dejando el contacto natural de las mujeres, también Inflamado mutuamente en su sensualidad, cometiendo hombres torpes con hombres y recibiendo en sí mismos el merecido castigo de su error ". Este versículo menciona el pecado de la homosexualidad, que está prohibido en Levítico 18:22.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina