Evangelio según San Mateo, 22
46. Y nadie supo qué contestarle. Desde ese día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
46. Y nadie supo qué contestarle. Desde ese día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
En San Mateo 22, Jesús continúa enseñando a las multitudes con parábolas y responde varias preguntas de los fariseos y saduceos, incluida la pregunta sobre cuál es el mandamiento más grande de la ley. Jesús enfatiza la importancia del amor por Dios y el prójimo, y advierte contra la hipocresía religiosa. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
Levítico 19:18: "No vienen ni guardan rencor contra alguien de su pueblo, sino que aman a cada uno como el suyo como ellos mismos. Soy el Señor". Jesús cita este mandamiento cuando se le pregunta cuál es el mayor mandamiento de la ley, enfatizando la importancia del amor al prójimo.
Salmo 118:22-23: "La piedra que los constructores rechazaron se convirtieron en la piedra angular. Esto proviene del Señor, y es algo maravilloso en nuestros ojos". Jesús usa este pasaje para referirse a sí mismo como la piedra angular rechazada por los líderes religiosos, pero elegido por Dios.
Isaías 45:22-23: "Vuelve a mí y sé salvado, todos ustedes, extremos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay otro. Eso no será revocado: ante mí cada rodilla se doblará y cada uno se doblará y cada El lenguaje confesará que yo soy Dios ". Jesús usa este versículo para afirmar su divinidad y la necesidad de recurrir a él a la salvación.
Proverbios 22:16: "El que oprime a los pobres para aumentar su riqueza y da dones al hombre rico seguramente terminará en la pobreza". Jesús condena la hipocresía religiosa de los fariseos, que cuentan con una apariencia de misericordia mientras explotan a los pobres y justifican su comportamiento.
Isaías 64:6: "Todos nos convertimos en un ser inmundo, y todas nuestras buenas obras son como trapos sucios; todos nos marchitamos como hojas, y como el viento nuestras iniquidades nos llevan". Jesús advierte contra la auto justicia y la confianza en nuestras propias buenas obras, enfatizando la necesidad de la gracia y la misericordia de Dios para la salvación.
“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina
