10. El rey se sacó el anillo de su mano y se lo entregó a Amán, el perseguidor de los judíos, con estas palabras: «¡Quédate con tu plata!





“Que o Espírito Santo guie a sua inteligência, faça-o descobrir a verdade escondida na Sagrada Escritura e inflame a sua vontade para praticá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina