1. Judit se postró con el rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza y dejó al descubierto el áspero sayal que llevaba. Era precisamente la hora en que se ofrecía en Jerusalén el incienso de la tarde en el templo de Dios, cuando clamó al Señor así:





“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina