Lamentaciones, 3
34. Cuando se aplasta bajo los pies a todos los prisioneros de un país;
34. Cuando se aplasta bajo los pies a todos los prisioneros de un país;
Lamentaciones 3 es un capítulo en el que el autor expresa su lamento y tristeza frente a las aflicciones que enfrenta. Se siente abatido, sufre y llora por ayuda y misericordia. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas del capítulo:
Salmo 22:1 - "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Este verso es una expresión de angustia similar a la del autor de Lamentations 3, que se siente abandonado y solo en su dolor.
Salmo 42:5 - "¿Por qué estás sacrificado, oh mi alma, y por qué estás perturbado en mí? Espera en Dios, porque todavía te alabaré por la salvación de tu cara". El salmista aquí está alentando a su alma a confiar en Dios y esperar su ayuda, que es un mensaje similar al autor de Lamentation 3.
Isaías 49:15 - "¿Puede una mujer olvidar tanto de su hijo que crea, que no simpatiza con él, el hijo de su útero? Pero incluso si lo olvida, pero no te olvidaré". Este verso es un recordatorio del amor incondicional de Dios por su pueblo, incluso en medio de las dificultades.
2 Corintios 4:8-9 - "En todo lo que estamos preocupados, pero no angustiados; perplejos pero no desanimados; perseguido pero no indefenso; sacrificado pero no destruido". El apóstol Pablo aquí habla sobre la naturaleza de las dificultades que enfrentamos, pero enfatiza que podemos perseverar en Dios, así como el autor de Lamentations 3.
Romanos 8:38-39 - "Porque estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, no hay principios, ni cosas, ni futuro, ni alimentado por la altura, sin profundidad, ni ninguna otra criatura que pueda separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús nuestro Señor ". Este versículo es una promesa de que el amor de Dios es inquebrantable y que podemos confiar en su fidelidad, incluso cuando enfrentamos las mayores dificultades.
“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina
