25. Los sacerdotes no tocarán a un hombre muerto, para no incurrir en impureza, a no ser que se trate del padre o la madre, de un hijo o de una hija, o de un hermano o hermana que no haya tenido marido.





“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina