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  • porque en la guerra la victoria no está en la muchedumbre del ejército, pues la fuerza viene del cielo. (I Macabeos 3, 19)

  • Aquel día consiguió Israel una gran victoria. (I Macabeos 4, 25)

  • Después, mientras celebraban el triunfo por la victoria en Jerusalén, quemaron vivos a los que, con Calístenes, habían incendiado las puertas del templo, los cuales se habían escondido en una casita. Así le dieron el pago merecido por su impiedad. (II Macabeos 8, 33)

  • Al salir el sol, se entabló la batalla. Unos llevaban como garantía de éxito y de victoria, además del valor y esfuerzo personal, la confianza ciega en su Señor; los otros, en cambio, sólo su propio odio. (II Macabeos 10, 28)

  • Después entonaron himnos y alabanzas al Señor, que había engrandecido a Israel y le había dado la victoria. (II Macabeos 10, 38)

  • Pero Judas y sus soldados, en el nombre del gran Señor del universo, que en tiempo de Josué, sin arietes ni máquinas de guerra había derribado las murallas de Jericó, se lanzaron feroces contra la muralla. (II Macabeos 12, 15)

  • Llegó con su ejército y acampó cerca de Modín. Les dio esta contraseña: "Victoria de Dios"; y en seguida, con un puñado de jóvenes, los más selectos y valerosos, cayó por la noche sobre la tienda del rey y acuchilló hasta dos mil hombres y el mayor de los elefantes con la gente que llevaba encima. (II Macabeos 13, 15)

  • Se retiraron gozosos por la victoria, dejando el campo lleno de espanto y de terror. (II Macabeos 13, 16)

  • Nicanor, llegado al colmo de su orgullo, se había propuesto levantar un monumento a la victoria sobre Judas y los suyos. (II Macabeos 15, 6)

  • Exhortaba a los suyos a que no temieran la venida de los gentiles, sino que, recordando las veces que anteriormente Dios les había auxiliado, creyeran que también ahora, ciertamente, el todopoderoso les daría la victoria. (II Macabeos 15, 8)

  • el Macabeo, al ver la muchedumbre que tenía delante, el aparato de las diversas armas y su ferocidad, levantó las manos al cielo e invocó al Dios que hace maravillas; pues bien sabía que la victoria no depende de las armas, sino de aquel que la concede a quien ve digno de ella. (II Macabeos 15, 21)

  • Se apareja el caballo para el día del combate, pero del Señor depende la victoria. (Proverbios 21, 31)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina