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¿Voy a tomar yo mi pan, mi agua y la carne de los animales que he matado para mis esquiladores, y se lo voy a dar a unos hombres que no sé de dónde son?". (I Samuel 25, 11)
David ordenó a sus hombres: "¡Que cada uno se ciña su espada!". Cada uno se ciñó su espada, y David se ciñó también la suya; y subieron en pos de David unos cuatrocientos hombres; doscientos se quedaron junto a los bagajes. (I Samuel 25, 13)
Uno de los jóvenes dio la noticia a Abigaíl, mujer de Nabal: "David ha enviado desde el desierto unos mensajeros para saludar a nuestro amo, y él los ha despreciado. (I Samuel 25, 14)
Unos diez días después, el Señor hirió a Nabal y murió. (I Samuel 25, 38)
Los jefes de los filisteos preguntaron: "¿Por qué vienen estos hebreos?". Aquís les respondió: "Éste es David, servidor de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo unos dos años, y no he encontrado nada que reprocharle desde el día en que vino a mí hasta hoy". (I Samuel 29, 3)
Joab, hijo de Sarvia, y los oficiales de David salieron también, y se encontraron cerca del estanque de Gabaón. Acamparon unos a un lado del estanque, y otros al otro. (II Samuel 2, 13)
Abner dijo a Joab: "Que salgan unos cuantos jóvenes y luchen en nuestra presencia". Joab respondió: "Que salgan". (II Samuel 2, 14)
¡cuánto más ahora, cuando unos bandidos han matado a un hombre inocente, en su casa, sobre su lecho! ¿No deberé yo pediros cuenta de su sangre y borraros de la tierra?". (II Samuel 4, 11)
Entonces David dijo al mensajero: "Dile a Joab que no se preocupe por este asunto, porque la espada unas veces devora a unos y otras veces a otros; que refuerce ataques contra la ciudad hasta destruirla. Y tú dale ánimo". (II Samuel 11, 25)
Un gigante, descendiente de Rafá, que tenía una lanza que pesaba unos treinta kilos y ceñía una espada nueva, decía que iba a matar a David. (II Samuel 21, 16)
Su grosor era de veintidós centímetros, y su borde como el de una copa, en forma de flor de loto. Cabían unos noventa mil litros. (I Reyes 7, 26)
Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con sus ejes también de bronce, y en sus cuatro ángulos había unos pies. Estos pies estaban fundidos por debajo del aguamanil y por detrás de cada una de las guirnaldas. (I Reyes 7, 30)