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  • Oh Dios, haz que seamos lo que fuimos, haz que brille tu rostro y seremos liberados. (Salmos 80, 8)

  • Oh Dios, haz que seamos lo que fuimos, haz que brille tu rostro y seremos liberados. (Salmos 80, 20)

  • Porque somos hijos del azar, y tras esto seremos como si no hubiésemos sido. Porque humo es la respiración de nuestras narices, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón. (Sabiduría 2, 2)

  • Sea como sea, favorable o adversa, nosotros escucharemos la voz del Señor, nuestro Dios, ante quien te remitimos a ti, y así seremos felices por haber escuchado la voz del Señor, nuestro Dios". (Jeremías 42, 6)

  • Y no sucederá lo que pasa por vuestra mente, cuando andáis diciendo: ¡Seremos como las gentes, como los pueblos de los otros países, adoradores del leño y la piedra! (Ezequiel 20, 32)

  • Con mucha más razón, justificados ahora por su sangre, seremos librados por él del castigo. (Romanos 5, 9)

  • Porque si, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo, mucho más, una vez reconciliados, seremos salvados por su vida. (Romanos 5, 10)

  • Pues si hemos llegado a ser una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección parecida. (Romanos 6, 5)

  • Ahora os voy a declarar un misterio: no todos moriremos, pero todos seremos transformados. (I Corintios 15, 51)

  • En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al son de la última trompeta, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros seremos transformados. (I Corintios 15, 52)

  • Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes por los aires al encuentro del Señor. Y ya estaremos siempre con el Señor. (I Tesalonicenses 4, 17)

  • Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como es. (I Juan 3, 2)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina