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  • y expiró. Murió y se reunió con los suyos, anciano y lleno de días. Sus hijos Esaú y Jacob lo sepultaron. (Génesis 35, 29)

  • Cuando acabó de dar estas órdenes a sus hijos, recogió sus pies en la cama, entregó su espíritu y se reunió con los suyos. (Génesis 49, 33)

  • El pueblo, viendo que Moisés tardaba en bajar de la montaña, se reunió en torno a Aarón y le dijo: "Anda, haznos un Dios que vaya delante de nosotros, porque ese Moisés, el hombre que nos ha sacado de Egipto, no sabemos qué ha sido de él". (Exodo 32, 1)

  • Moisés reunió a toda la asamblea de los israelitas y les dijo: "Éstas son las órdenes del Señor: (Exodo 35, 1)

  • Moisés salió fuera y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Reunió a los setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de la tienda. (Números 11, 24)

  • Pero no dejó a Israel cruzar su territorio. Reunió a todo su pueblo, salió al encuentro de Israel en el desierto, alcanzándolo en Yahás, donde le dio batalla. (Números 21, 23)

  • Toda la comunidad israelita se reunió en Silo y establecieron allí la tienda de la reunión. El país les estaba sometido. (Josué 18, 1)

  • Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos, jefes, jueces y escribas, y en presencia del Señor (Josué 24, 1)

  • Barac reunió a Zabulón y a Neftalí en Cades; lo siguieron diez mil hombres, y Débora fue con ellos. (Jueces 4, 10)

  • reunió sus novecientos carros de hierro, y todas las tropas que tenía, desde Jaróset Goyín al arroyo Quisón. (Jueces 4, 13)

  • Pero Sijón no le dejó pasar por su territorio y, además, reunió a todo el pueblo, acampó en Yahsá y atacó a Israel. (Jueces 11, 20)

  • Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, dio la batalla a Efraín, y los hombres de Galaad vencieron a los de Efraín. Los de Efraín decían que los de Galaad, que vivían entre Efraín y Manasés, eran fugitivos de Efraín. (Jueces 12, 4)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina