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Tú has ejecutado sentencias justas en todos los males que nos has mandado a nosotros y a la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén; pues tú nos has tratado así conforme a la verdad y la justicia, a causa de nuestros pecados. (Daniel 3, 28)
Bendito seas en el templo de tu santa gloria, alabado y ensalzado eternamente. (Daniel 3, 53)
Por tanto, yo ordeno que todo el que blasfeme contra el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, de cualquier pueblo, nación o lengua, que sea cortado en pedazos y su casa hecha un montón de escombros, porque no hay ningún dios que pueda salvar como éste". (Daniel 3, 96)
De uno de ellos, el más pequeño, salió además otro cuerno, que creció enormemente en dirección del mediodía, del oriente y de la tierra santa. (Daniel 8, 9)
El que éste se rompiera y salieran otros cuatro en su lugar significa que de esta nación saldrán cuatro reinos, pero de menor potencia. (Daniel 8, 22)
Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa, para poner fin al delito y a la injusticia, para perdonar los crímenes e instaurar una justicia eterna, para que se cumplan visión y profecía y para consagrar el lugar santísimo. (Daniel 9, 24)
Aquel que llega contra el rey del sur actuará a placer sin que haya quien pueda hacerle frente; se establecerá en la tierra santa llevando en su mano la destrucción. (Daniel 11, 16)
Después vendrá a la tierra santa, donde caerán muchísimos, pero se escaparán de sus manos los siguientes países: Edón, Moab y la parte principal de Amón. (Daniel 11, 41)
Plantará las tiendas reales entre el mar y los montes de la tierra santa. Pero entonces llegará a su fin y nadie vendrá a socorrerlo. (Daniel 11, 45)
Publicad esto entre las naciones. Declarad la guerra santa, llamad a los valientes; que vengan, que salgan todos los guerreros; (Joel 4, 9)
Porque yo suscitaré contra vosotros, casa de Israel -oráculo del Señor, Dios omnipotente-, una nación que os oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el torrente de la Arabá. (Amós 6, 14)
Mira, te voy a hacer la nación más pequeña y despreciable. (Abdías 1, 2)