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  • Eliseo, entonces, dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: "Déjame dar un beso a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré". Elías respondió: "Anda, vuélvete; pero ten en cuenta lo que he hecho contigo". (I Reyes 19, 20)

  • Tenía treinta y cinco años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre, hija de Siljí, se llamaba Azubá. (I Reyes 22, 42)

  • Hizo lo que es malo a los ojos del Señor e imitó la conducta de su padre, de su madre y de Jeroboán, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. (I Reyes 22, 53)

  • Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues retiró la estela de Baal, que su padre había hecho. (II Reyes 3, 2)

  • Eliseo dijo al rey de Israel: "¿Qué tengo que ver yo contigo? Vete a consultar a los profetas de tu padre y a los de tu madre". Pero el rey de Israel repuso: "Es que el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en manos de Moab". (II Reyes 3, 13)

  • dijo a su padre: "¡Ay mi cabeza! ¡Ay mi cabeza!". Entonces el padre mandó a un criado: "Llévaselo a su madre". (II Reyes 4, 19)

  • Él lo llevó a su madre, y estuvo recostado sobre sus rodillas hasta el mediodía, en que murió. (II Reyes 4, 20)

  • Pero la madre del niño replicó: "¡Por el Señor y por tu vida que no te dejaré!". Eliseo se levantó y la siguió. (II Reyes 4, 30)

  • Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, rey de Israel, se llamaba Atalía. (II Reyes 8, 26)

  • Cuando Jorán vio a Jehú, preguntó: "¿Hay paz, Jehú?". Él replicó: "¿Qué paz ha de haber mientras duren las prostituciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías?". (II Reyes 9, 22)

  • Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, fue y exterminó a toda la familia real. (II Reyes 11, 1)

  • Empezó a reinar el año séptimo de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibía, de Berseba. (II Reyes 12, 2)


“Os corações fortes e generosos não se lamentam, a não ser por grandes motivos e,ainda assim,não permitem que tais motivos penetrem fundo no seu íntimo.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina