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  • Yo tomé a Yazanías, hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la familia de los recabitas (Jeremías 35, 3)

  • Entonces el Señor dijo a Jeremías: (Jeremías 35, 12)

  • En cambio, a la comunidad de los recabitas, Jeremías les dijo: "Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Porque habéis obedecido la orden de vuestro padre Jonadab y, fieles a sus mandatos, habéis practicado cuanto os prescribió, (Jeremías 35, 18)

  • El año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dio esta orden a Jeremías: (Jeremías 36, 1)

  • Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió, al dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor había dirigido al profeta. (Jeremías 36, 4)

  • Luego Jeremías dio esta orden a Baruc: "Yo tengo un impedimento y no puedo ir al templo del Señor. (Jeremías 36, 5)

  • Baruc, hijo de Nerías, ejecutó exactamente lo que le había ordenado el profeta Jeremías. Leyó en el templo las palabras del Señor contenidas en el libro. (Jeremías 36, 8)

  • Entonces Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías. Era en el templo del Señor, en la sala de Gamarías, hijo del secretario Safán, en el vestíbulo superior, a la entrada de la puerta nueva del templo del Señor. Todo el pueblo podía oír. (Jeremías 36, 10)

  • Entonces los dignatarios dijeron a Baruc: "Ve y escóndete, con Jeremías: que nadie sepa dónde estáis". (Jeremías 36, 19)

  • Luego el rey ordenó al príncipe Yeragmeel, a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los había escondido. (Jeremías 36, 26)

  • Después que el rey quemó el libro con las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Jeremías en estos términos: (Jeremías 36, 27)

  • Jeremías, pues, tomó otro libro y se lo entregó a su secretario Baruc, hijo de Nerías, el cual escribió en él, al dictado de Jeremías, todas las palabras del libro que había quemado Joaquín, rey de Judá. Fueron añadidas además otras muchas del mismo género. (Jeremías 36, 32)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina