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  • Jesús les respondió: "Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el hijo del hombre. (Juan 12, 23)

  • La gente le dijo: "Nosotros sabemos por la ley que el mesías permanece eternamente; ¿cómo dices tú que el hijo del hombre debe ser levantado en alto? ¿Quién es este hijo del hombre?". (Juan 12, 34)

  • Se pusieron a cenar. El diablo había metido en la cabeza a Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. (Juan 13, 2)

  • Tan pronto como Judas salió, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado el hijo del hombre y Dios en él. (Juan 13, 31)

  • y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo. (Juan 14, 13)

  • Así habló Jesús. Luego, levantando sus ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti, (Juan 17, 1)

  • Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se hace hijo de Dios". (Juan 19, 7)

  • Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo preferido, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". (Juan 19, 26)

  • Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. (Juan 20, 31)

  • Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?". Pedro le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te amo". Jesús le dijo: "¡Apacienta mis corderos!". (Juan 21, 15)

  • Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te amo". Jesús le dijo: "¡Apacienta mis ovejas!". (Juan 21, 16)

  • Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Pedro se entristeció porque le había preguntado por tercera vez si lo amaba, y le respondió: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Jesús le dijo: "¡Apacienta mis ovejas!". (Juan 21, 17)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina