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  • Hemán, Asaf y Etán, cantores, hacían resonar címbalos de bronce; (I Crónicas 15, 19)

  • Pero ellos hacían escarnio de los enviados de Dios, despreciaban sus palabras, se burlaban de sus profetas, hasta el punto que la ira del Señor contra su pueblo se hizo irremediable. (II Crónicas 36, 16)

  • Matanías, Bacbuquías y Abdías. Mesulán, Talmón y Acub eran porteros, que hacían guardia en las puertas de los almacenes. (Nehemías 12, 25)

  • En las provincias y poblaciones adonde llegaban las órdenes del decreto real tuvieron los judíos alegría y gozo, convites y fiestas. Muchos se hacían judíos por el miedo que les tenían. (Ester 8, 17)

  • para caer sobre los judíos y atacarlos por sorpresa. Les hacían de guía los de la ciudadela. (I Macabeos 4, 2)

  • Judas, viendo que todo el mal que Alcimo y los suyos hacían a los israelitas era mayor que el de los mismos paganos, (I Macabeos 7, 23)

  • Judas supo que los romanos eran poderosos, que se mostraban benévolos con sus aliados y hacían pactos de amistad con los que acudían a ellos. (I Macabeos 8, 1)

  • Éstos hacían averiguaciones y pesquisas para descubrir a los amigos de Judas, llevándolos luego a Báquides, que los castigaba y se burlaba de ellos. (I Macabeos 9, 26)

  • Mientras el sacrificio se iba consumiendo, los sacerdotes y todos los demás hacían oración. Jonatán entonaba y los demás, con Nehemías, continuaban. (II Macabeos 1, 23)

  • Haciendo así, se libraría de la muerte. Le hacían este favor por la amistad antigua que tenían con él. (II Macabeos 6, 22)

  • Rodeando al Macabeo, dos de ellos lo defendían con las armas, lo hacían invulnerable y, al mismo tiempo, lanzaban flechas y rayos contra el enemigo, que caía y se dispersaba en el mayor desorden, herido de ceguera. (II Macabeos 10, 30)

  • que arrojó contra la nación enemiga, y en la bajada aniquiló a sus adversarios para que conociesen la fuerza de sus ejércitos y que contra el Señor hacían la guerra. (Eclesiástico 46, 6)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina