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  • Conforme a las órdenes recibidas de su señor, contó ciento veinte mil guerreros escogidos para la lucha y doce mil arqueros de a caballo, (Judit 2, 15)

  • Todos sus guerreros se pusieron en marcha. Las fuerzas armadas sumaban ciento setenta mil soldados de infantería y doce mil de caballería, sin contar el material y la gente que se les había unido. Era una muchedumbre incontable. (Judit 7, 2)

  • Los valientes fueron despojados, durmiendo están su sueño, a todos los guerreros les fallaron los brazos. (Salmos 76, 6)

  • Por eso el Señor Dios omnipotente enviará flaqueza a sus guerreros, y bajo su ejército potente encenderá un fuego lo mismo que un incendio. (Isaías 10, 16)

  • He dado órdenes a mis santos guerreros; he llamado a los agentes de mi cólera, a mis gloriosos campeones. (Isaías 13, 3)

  • Gritan Jesbón y Elalé, hasta Yahas se oye su voz: los guerreros de Moab se estremecen, se amedrenta su ánimo. (Isaías 15, 4)

  • Tus caudillos huyeron todos a una, fueron apresados sin disparar el arco; todos tus guerreros fueron capturados, aunque habían huido lejos. (Isaías 22, 3)

  • Sus viudas son más numerosas que la arena del mar. Sobre las madres de jóvenes guerreros he traído, en pleno día, al devastador; hago caer sobre ellas de repente terror y espanto. (Jeremías 15, 8)

  • ¡Adelante, caballos! ¡Al asalto, carros! ¡Avanzad, guerreros, los etíopes y libios portadores de escudo, y los lidios, tiradores de arco! (Jeremías 46, 9)

  • Han sido tomadas las ciudades, ocupadas las fortalezas, y el corazón de los guerreros de Moab es en este día como el corazón de una mujer en parto. (Jeremías 48, 41)

  • Se remonta y planea como un águila y despliega sus alas sobre Bosra; el corazón de los guerreros de Edón será aquel día como el corazón de una mujer en parto. (Jeremías 49, 22)

  • Sí, en sus plazas caerán sus jóvenes, y todos sus guerreros perecerán aquel día -dice el Señor omnipotente-. (Jeremías 49, 26)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina