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Yo pasé junto a ti y te vi. Estabas ya en la edad del amor; entonces extendí el vuelo de mi manto sobre ti y recubrí tu desnudez; luego te presté juramento, me uní en alianza contigo, dice el Señor Dios, y tú fuiste mía. (Ezequiel 16, 8)
¡Cuando te levantabas un prostíbulo a la cabecera de todo camino y te construías un lugar de pecado en toda plaza! Ni siquiera fuiste como la prostituta que recoge la paga, (Ezequiel 16, 31)
Desenvaina la espada. Yo te juzgaré en el lugar en que fuiste creada, en la tierra de tu nacimiento. (Ezequiel 21, 35)
En Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda; de oro era el borde de tu manto, de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado. (Ezequiel 28, 13)
Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. (Ezequiel 28, 15)
Di, pues, a la casa de Israel: Esto dice el Señor Dios: No hago esto por consideración a vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, que vosotros habéis profanado entre las gentes donde fuisteis. (Ezequiel 36, 22)
Con cuerdas de cariño los atraía, con lazos de amor; fui para él como quien alza a un niño sobre su propio cuello y se inclina hacia él para darle de comer. (Oseas 11, 4)
Causé entre vosotros desastres como los causó el Señor en Sodoma y Gomorra, y fuisteis como un tizón salvado de un incendio; ¡y no habéis vuelto a mí!, dice el Señor. (Amós 4, 11)
Y decís: "¿Por qué?". Porque el Señor es testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a la que tú fuiste infiel, siendo así que ella era tu compañera, tu elegida. (Malaquías 2, 14)
Tuve miedo, fui y escondí tu millón en la tierra. Aquí tienes lo tuyo. (Mateo 25, 25)
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui emigrante y me acogisteis, (Mateo 25, 35)
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, preso y fuisteis a estar conmigo. (Mateo 25, 36)