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  • Al empuñar las riendas del gobierno, puso al frente de los negocios a un tal Lisias, jefe supremo de Celesiria y de Fenicia. (II Macabeos 10, 11)

  • El Macabeo ordenó su ejército en divisiones, puso a aquellos dos al frente de ellas y marchó contra Timoteo, que tenía una fuerza de ciento veinte mil soldados de infantería y dos mil quinientos de caballería. (II Macabeos 12, 20)

  • Tuvo noticia de que Filipo, a quien había dejado al frente del reino en su ausencia, se había sublevado, y quedó consternado. Pidió la paz a los judíos y juró acceder a sus justas peticiones. Se reconcilió con ellos, ofreció sacrificios, llenó de honores el templo y lo trató con benevolencia. (II Macabeos 13, 23)

  • Se pusieron dos sillas, una frente a otra. (II Macabeos 14, 21)

  • Que tus ojos miren de frente y tu vista se dirija hacia adelante. (Proverbios 4, 25)

  • Entonces el justo estará en pie con gran seguridad frente a los que lo oprimieron y menospreciaron sus fatigas. (Sabiduría 5, 1)

  • Entró en el alma de un siervo del Señor e hizo frente a reyes temibles con prodigios y señales. (Sabiduría 10, 16)

  • Hicieron frente a los enemigos y rechazaron a sus adversarios. (Sabiduría 11, 3)

  • Más que fuerte escudo y poderosa lanza luchará por ti frente al enemigo. (Eclesiástico 29, 13)

  • Enfrente del mal está el bien, enfrente de la muerte la vida; así frente al piadoso, el pecador. (Eclesiástico 33, 14)

  • Considera así todas las obras del altísimo, todas dos a dos, una frente a otra. (Eclesiástico 33, 15)

  • Como imagen en un espejo, así son los sueños; frente a un rostro, la reproducción de este rostro. (Eclesiástico 34, 3)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina