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  • Pero si yo mismo o incluso un ángel del cielo os anuncia un evangelio distinto del que yo os anuncié, sea maldito. (Gálatas 1, 8)

  • Os repito lo que ya os dije antes. Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, sea maldito. (Gálatas 1, 9)

  • Hermanos, os aseguro que el evangelio predicado por mí no es un producto humano; (Gálatas 1, 11)

  • Fui, impulsado por una revelación divina; y, en privado, expuse a los dirigentes el evangelio que predico a los paganos, para saber si estaba o no trabajando inútilmente. (Gálatas 2, 2)

  • Pero ni por un momento les prestamos sumisión, para que la verdad del evangelio persevere entre vosotros. (Gálatas 2, 5)

  • antes al contrario, vieron que yo había recibido la misión de anunciar el evangelio a los paganos, como Pedro a los judíos, (Gálatas 2, 7)

  • Cuando vi que no se portaban conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro en presencia de todos: Si tú, siendo judío, vives como los paganos y no como los judíos, ¿cómo obligas a los paganos a seguir los ritos judíos? (Gálatas 2, 14)

  • Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida para declarar lo que era delito hasta que llegara el descendiente a que se refería la promesa. La ley fue promulgada por ángeles a través de un mediador. (Gálatas 3, 19)

  • Pero sabéis que, debido a una enfermedad que tuve, os anuncié por primera vez el evangelio; (Gálatas 4, 13)

  • también vosotros los que habéis escuchado la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido, (Efesios 1, 13)

  • Este secreto consiste en que los paganos comparten la misma herencia con los judíos, son miembros del mismo cuerpo y, en virtud del evangelio, participan de la misma promesa en Jesucristo. (Efesios 3, 6)

  • Yo he llegado a ser ministro de este evangelio gracias a la acción poderosa de Dios. (Efesios 3, 7)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina