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  • Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro le hace volver al buen camino, (Santiago 5, 19)

  • elegidos por designio de Dios Padre para ser santificados por el Espíritu para obedecer a Jesucristo y ser purificados con su sangre os deseo la gracia y la paz en abundancia (I Pedro 1, 2)

  • El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les dio a conocer de antemano lo que Cristo tenía que sufrir y la gloria que iba a alcanzar Ellos se esforzaron por investigar cuándo y cómo se iba a realizar eso, (I Pedro 1, 11)

  • y Dios les hizo saber que lo que ellos anunciaban no era para ellos sino para vosotros esto es lo que ahora os anuncian los que predican el evangelio con el poder del Espíritu Santo enviado del cielo esto es lo que los mismos ángeles están deseando contemplar. (I Pedro 1, 12)

  • Purificados por la obediencia a la verdad con el fin de llegar a una fraternidad sincera amaos entrañablemente unos a otros, (I Pedro 1, 22)

  • Queridos hermanos, como a gente de paso en tierra extraña, os exhorto a que os abstengáis de las pasiones carnales, que hacen la guerra al espíritu. (I Pedro 2, 11)

  • Para esto se anunció el evangelio a los muertos, para que los encadenados en la carne por los hombres vivan según Dios en el espíritu. (I Pedro 4, 6)

  • Dichosos vosotros, si sois ultrajados en nombre de Cristo, pues el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios alienta en vosotros. (I Pedro 4, 14)

  • Por más que ya las sepáis y estéis incluso afianzados en la presente verdad, nunca cesaré de recordaros estas cosas, (II Pedro 1, 12)

  • pues los profetas nunca hablaron por su propia cuenta, sino que hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo. (II Pedro 1, 21)

  • Muchos los seguirán en sus desvergüenzas, y por su causa será maldecido el camino de la verdad. (II Pedro 2, 2)

  • Se cumple en ellos la verdad de aquel dicho: El perro vuelve a comer lo que había vomitado y la cerda lavada vuelve a revolcarse en el cieno. (II Pedro 2, 22)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina