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Simón le envió dos mil hombres escogidos para ayudarle, con plata, oro y muchas armas. (I Macabeos 15, 26)
o dad en compensación mil setecientos kilos de plata por las destrucciones llevadas a cabo, y otros mil setecientos por los tributos de las ciudades; si no, te declararé la guerra". (I Macabeos 15, 31)
Atenobio, amigo del rey, llegó a Jerusalén y, viendo la fastuosidad de Simón, su vajilla de oro y plata y el aparato con que se rodeaba, quedó maravillado. Pero le comunicó las palabras del rey. (I Macabeos 15, 32)
Jafa y Guézer, que reclamas, fueron causa de grandes males para nuestro pueblo y desolaban nuestro país, pero estamos dispuestos a darte trescientos cuarenta kilos de plata por ellas". (I Macabeos 15, 35)
Tolomeo, hijo de Abubos, era el jefe de la región de Jericó. Tenía mucha plata y oro, (I Macabeos 16, 11)
Mandó también emisarios a Guézer con la orden de matar a Juan. Solicitó por carta de los comandantes de las tropas judías que se unieran a él, prometiéndoles plata, oro y regalos. (I Macabeos 16, 19)
que les dio la ley y les recomendó que no olvidaran los preceptos de Dios, y que no se dejaran seducir al ver los ídolos de oro y plata y sus adornos. (II Macabeos 2, 2)
y de Hircano, hijo de Tobías, persona de noble posición -contra las falsas denuncias del malvado Simón-; y que todo el tesoro era de trece mil seiscientos kilos de plata y seis mil seiscientos de oro; (II Macabeos 3, 11)
y prometió al rey en una audiencia doce mil doscientos kilos de plata y otros dos mil setecientos de algunas rentas; (II Macabeos 4, 8)
el criminal Jasón envió a la fiesta desde Jerusalén espectadores, ciudadanos antioquenos, que llevaban trescientas dracmas de plata para el sacrificio de Hércules; pero dijeron que no convenía emplearlas en el sacrificio, sino en otros gastos. (II Macabeos 4, 19)
Pero ganó la voluntad del rey, se hizo pasar por hombre de gran influencia y consiguió el sumo sacerdocio, ofreciendo diez mil doscientos kilos de plata más que Jasón. (II Macabeos 4, 24)
Antíoco robó sesenta y un mil kilos de plata del templo, y partió rápidamente para Antioquía, pensando en su orgullo y soñando en su vanagloria que podría navegar por tierra y andar a pie por el mar. (II Macabeos 5, 21)