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Entonces me ordenó el creador de todas las cosas, mi hacedor fijó el lugar de mi habitación, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, y en Israel ten tu heredad". (Eclesiástico 24, 8)
En su santa tienda, en su presencia, ejercí el ministerio, y así en Sión me instalé. (Eclesiástico 24, 10)
Guárdate del consejero; mira antes de qué tiene necesidad porque también él aconseja en provecho propio , no sea que te tienda un lazo (Eclesiástico 37, 8)
entonces el Señor formará, sobre toda la extensión del monte de Sión y sobre sus asambleas, una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante por la noche. Pues encima de todo la gloria del Señor será tienda (Isaías 4, 5)
No será más poblada ni habitada al paso de las generaciones; el árabe no alzará allí su tienda, ni el pastor apacentará su ganado. (Isaías 13, 20)
Entonces el trono se afincará en la bondad; en él se sentará con fidelidad bajo la tienda de David un juez amante del derecho y celador de la justicia. (Isaías 16, 5)
Contempla a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, como mansión segura, tienda que no se arranca; no se moverán jamás sus estacas, ni se romperá ninguna de sus cuerdas. (Isaías 33, 20)
Mi morada es arrancada, lejos de mí arrojada como tienda de pastores. Como un tejedor enrollas tú mi vida, cortando la trama. Día y noche me oprimes, (Isaías 38, 12)
Él se sienta sobre el globo de la tierra, cuyos habitantes le parecen saltamontes; él despliega los cielos como tenue velo y los extiende como una tienda para vivir en ella; (Isaías 40, 22)
Ensancha el espacio de tu tienda, despliega tus toldos sin reparo, alarga tus cuerdas, asegura tus estacas. (Isaías 54, 2)
Pero ahora mi tienda está asolada, cortadas todas mis cuerdas. Mis hijos me han abandonado, han desaparecido. No queda ya quien vuelva a levantar mi tienda, a desplegar mis toldos. (Jeremías 10, 20)
Aunque derrotarais al ejército entero de los caldeos que combaten contra vosotros y no quedasen entre ellos más que unos pocos malheridos, saldrían éstos uno a uno de su tienda y prenderían fuego a esta ciudad". (Jeremías 37, 10)