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  • ¿Por qué habremos de perecer ante tus ojos nosotros y nuestras tierras? Cómpranos a nosotros y a nuestras tierras a cambio de pan. Seremos esclavos del Faraón nosotros y nuestras tierras, pero danos simiente para que podamos vivir y no muramos y para que nuestras tierras no queden desoladas". (Génesis 47, 19)

  • José dijo al pueblo: "Os he comprado a vosotros y a vuestras tierras para el Faraón; pero ahora aquí tenéis simiente, sembrad las tierras. (Génesis 47, 23)

  • Pero su padre se opuso y dijo: "Lo sé, hijo mío, lo sé. También él llegará a ser un pueblo y será también grande, pero su hermano menor será más grande que él y su posteridad será una muchedumbre de pueblos". (Génesis 48, 19)

  • Israel dijo a José: "Yo me voy a morir; pero Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres. (Génesis 48, 21)

  • Gad, una tropa de bandidos le acomete, pero él los ataca por la espalda. (Génesis 49, 19)

  • pero su arco permanece firme y ágiles sus brazos gracias a las manos del Fuerte de Jacob, gracias al nombre del Pastor, la Roca de Israel. (Génesis 49, 24)

  • Pero José les dijo: "No temáis, ¿estoy yo acaso en lugar de Dios? (Génesis 50, 19)

  • Ciertamente vosotros os portasteis mal conmigo, pero Dios lo cambió en bien, para hacer lo que hoy estamos viendo, para mantener en vida a un gran pueblo. (Génesis 50, 20)

  • Luego dijo a sus hermanos: "Yo voy a morir, pero Dios vendrá ciertamente en vuestra ayuda y os hará subir de esta tierra a la tierra que él prometió a Abrahán, Isaac y Jacob". (Génesis 50, 24)

  • Pero cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y crecían; los egipcios llegaron a odiar a los israelitas. (Exodo 1, 12)

  • Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban vivir también a los niños. (Exodo 1, 17)

  • Entonces el Faraón dio esta orden a todo el pueblo: "Echad al río a todo varón que nazca, pero dejad vivir a las niñas". (Exodo 1, 22)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina