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  • así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados del mundo, aparecerá una segunda vez, sin pecado, para dar la salvación a los que le esperan. (Hebreos 9, 28)

  • Por el contrario, estos sacrificios traen cada año a la mente el recuerdo de los pecados; (Hebreos 10, 3)

  • porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados. (Hebreos 10, 4)

  • Y mientras todo sacerdote se presenta diariamente, oficiando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que no tienen poder alguno para quitar los pecados, (Hebreos 10, 11)

  • él, por el contrario, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios, (Hebreos 10, 12)

  • y no me acordaré más de sus crímenes y de sus pecados. (Hebreos 10, 17)

  • Ahora bien, donde hay perdón de los pecados no hay necesidad de ofrenda por el pecado. (Hebreos 10, 18)

  • Porque si pecamos deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, (Hebreos 10, 26)

  • En efecto, el cuerpo de las víctimas, cuya sangre introduce el sumo sacerdote en el santuario para el rito de la absolución de los pecados, es quemado fuera del campamento. (Hebreos 13, 11)

  • La oración hecha con fe salvará al enfermo, y el Señor lo restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido. (Santiago 5, 15)

  • Confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene un gran poder. (Santiago 5, 16)

  • sabed que el que hace volver a un pecador de su camino equivocado le salva de la muerte y hace desaparecer una multitud de pecados. (Santiago 5, 20)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina