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  • Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima de la montaña; pero el arca de la alianza del Señor y Moisés no se movieron de en medio del campamento. (Números 14, 44)

  • Entonces el Señor me dijo: Talla dos tablas de piedra como las primeras, tráemelas a la montaña y hazte un arca de madera. (Deuteronomio 10, 1)

  • Yo escribiré sobre las tablas las palabras escritas sobre las primeras, que tú rompiste, y luego las guardarás en el arca. (Deuteronomio 10, 2)

  • Hice, pues, un arca de madera de acacia, tallé dos tablas de piedra como las primeras y subí con ellas a la montaña. (Deuteronomio 10, 3)

  • Yo bajé del monte, coloqué las tablas en el arca que había hecho, y allí quedaron depositadas, como el Señor me había ordenado. (Deuteronomio 10, 5)

  • El Señor puso entonces aparte la tribu de Leví, destinándola a llevar el arca de la alianza del Señor, a estar en su presencia, darle culto y bendecir en su nombre, como siguen haciendo hasta hoy. (Deuteronomio 10, 8)

  • No habrá en tu casa dos medidas, una grande y otra pequeña. (Deuteronomio 25, 14)

  • Tendrás pesos exactos y cabales; y lo mismo serán tus medidas, para que sean largos tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te da. (Deuteronomio 25, 15)

  • Moisés escribió luego esta ley y la entregó a los sacerdotes levitas, que llevaban el arca de la alianza del Señor, y a todos los ancianos de Israel. (Deuteronomio 31, 9)

  • dio estas órdenes a los levitas que llevaban el arca de la alianza del Señor: (Deuteronomio 31, 25)

  • "Tomad este libro de la ley y ponedlo al lado del arca de la alianza del Señor, vuestro Dios; que esté allí como testimonio contra ti, (Deuteronomio 31, 26)

  • y dieron al pueblo la siguiente orden: "Cuando veáis que los sacerdotes levitas se disponen a llevar el arca de la alianza del Señor, vuestro Dios, poneos en marcha y seguidla. (Josué 3, 3)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina