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  • Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Ahora, esta vez, mi marido se aficionará a mí, ya que le he dado tres hijos.» Por eso le llamó Leví. (Génesis 29, 34)

  • Pues bien, al tercer día, mientras ellos estaban adoloridos, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, blandieron cada uno su espada y entrando en la ciudad sin peligro mataron a todo varón. (Génesis 34, 25)

  • Jacob dijo a Simeón y a Leví: «Me habéis puesto a malas haciéndome odioso entre los habitantes de este país, los cananeos y los perizitas, pues yo dispongo de unos pocos hombres, y ellos van a juntarse contra mí, me atacarán y seré aniquilado yo y mi casa.» (Génesis 34, 30)

  • Hijos de Lía: el primogénito de Jacob, Rubén; después Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. (Génesis 35, 23)

  • los hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí; (Génesis 46, 11)

  • Simeón y Leví, hermanos; llevaron al colmo la violencia con sus intrigas. (Génesis 49, 5)

  • Rubén, Simeón, Leví, Judá, (Exodo 1, 2)

  • Un hombre de la casa de Leví fue a tomar por mujer una hija de Leví. (Exodo 2, 1)

  • Y éstos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Guerson, Quehat, Merarí. Los años de la vida de Leví fueron 137. (Exodo 6, 16)

  • Mira que he designado a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá; (Exodo 31, 2)

  • Mira que yo le he dado por colaborador a Oholiab, hijo de Ajisamak, de la tribu de Dan; y además, en el corazón de todos los hombres hábiles he infundido habilidad para que hagan todo lo que te he mandado: (Exodo 31, 6)

  • y se puso Moisés a la puerta del campamento, y exclamó: «¡A mí los de Yahveh!» y se le unieron todos los hijos de Leví. (Exodo 32, 26)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina