Found 65 Results for: serpiente ardiente

  • Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres. (Eclesiástico 21, 2)

  • El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto. (Eclesiástico 23, 17)

  • No hay veneno como veneno de serpiente, ni furia como furia de enemigo. (Eclesiástico 25, 15)

  • Como remedio de todo llega presto la niebla, el rocío, después del viento ardiente, devuelve la alegría. (Eclesiástico 43, 22)

  • que así me ha dicho Yahveh: Estaré quedo y observaré desde mi puesto, como calor ardiente al brillar la luz, como nube de rocío en el calor de la siega. (Isaías 18, 4)

  • Yahveh, alzada está tu mano, pero no la ven; verán tu celo por el pueblo y se avergonzarán, tu ira ardiente devorará a tus adversarios. (Isaías 26, 11)

  • Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar. (Isaías 27, 1)

  • He aquí que el nombre de Yahveh viene de lejos, ardiente su ira y pesada su opresión. Sus labios llenos están de furor, su lengua es como fuego que devora, (Isaías 30, 27)

  • Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra pez ardiente. (Isaías 34, 9)

  • Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte - dice Yahveh. (Isaías 65, 25)

  • Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - «¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de Yahveh!» (Jeremías 4, 8)

  • En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: - Un viento ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no para beldar, ni para limpiar. (Jeremías 4, 11)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina